jueves, 1 de diciembre de 2011

Los Guajolotes

Extraño lugar: Decoración old fashion, marquesinas de tortería de barrio y meseros de pajarita, que se ve que llevan casi toda su vida en ese lugar. Por momentos es como viajar al pasado. Un espacio que raya entre lo classy y lo kitsch.
La comida está bien, a secas; posee sabor casero con porciones abundantes, pero de pronto la baja calidad de los insumos y los precios elevados nos hacen pensar que comer en un Sanborns habría sido lo mismo. Las especialidades son los platillos con mole y las tortas de pavo. Con todo y todo, es buen lugar para comer y seguírsela por la tarde.

Extensa carta de vinos y licores, por lo que este lugar se presta para beber fuerte, aunque eso sí, la bebidas elevan bastante la cuenta.
Lo que pude probrar:
  • Caldo Indianilla: caldo con pollo, arroz y garbanza
  • Arroz Blanco
  • Lengua de ternera en adobo
  • Quesadilla sincronizada Guajolotes: dos tortillas con jamón, queso y guacamole, bañadas en adobo.
  • Torta de pavo

lunes, 21 de noviembre de 2011

Azul y oro

Existen varias alternativas para comer que dependen principalmente del presupuesto. Desde algo ‘empaquetado’ en algún puesto ambulante, una comida en alguna de las múltiples cafeterías de las distintas facultades, o bien hacerlo en la única oferta de comida -llamémosle ‘gourmet’- que existe en el campus que es: el restaurant/cafetería Azul y Oro.
Según tengo entendido nació a partir del Chef de cierto ex-rector y su primera sede sustituyó la cafetería que se encontraba en el centro cultural, que según distintas versiones era mantenida en un muy triste estado, posteriormente dado el éxito de esta primera sede, una segunda fue inaugurada el año pasado en la planta baja de la torre de Ingeniería, mucho más cerca del casco viejo de nuestra universidad declarado patrimonio de la humanidad. Ofrecía platillos variados, con un sabor distinto, lo cual -probablemente- provocó que aparecieran múltiples reseñas en diaros y revistas especializadas, positivas en su mayoría en torno al establecimiento. Casi todas ellas mostrando al Chef sonriente, muy al estilo del buen Auguste.
Ahora bien, será preciso tomar en cuenta que este documento es escrito por alguien que no ha estudiado ‘alta cocina’, pero que también solía ser un comensal habitual de dicho lugar, que visitábamos al menos dos o tres veces por mes en cualquiera de sus dos sedes. Eso claro, hasta el día de ayer por que es bien sabido, todo tiene que terminar de algún modo. Pero también trata de ser una suerte de crítica y crónica más cercana a la realidad cotidiana y que hemos experimentado, lejos de los panegíricos que emprobrecen la crítica.
Aunque nunca disfrutamos del todo el ambiente con poca ventilación y poco iluminado de la vieja sede, resultaba siempre agradable comer con la vista a la sala Nezahualcóyotl y la vegetación del centro cultural, casi obligaba una caminata posterior a la comida. El mejor pay de manzana que he probado era ahí servido, con almendras y helado de vainilla. Era delicioso, y es que el postre suele ser una pieza fundamental, es el acorde final de una gran canción o novela. A menudo lo visitábamos con amigos, familiares y colegas de trabajo. Y cualquier situación adversa era recompensada por el sabor de aquel pay.
Así es, misma situación coincidía con una notoria ‘alza’ de precios que se vió reflejada en las enchiladas verdes (y casi todo el menú, claro) que -si no mal recuerdo- antes tenían un costo de $45 y hoy cuestan casi: $72 -si no mal recuerdo-. Habían subido los precios y descontinuado los dos mejores postres.
Hemos vuelto varias veces esporádicamente desde aquella ocasión, pero rara vez se ordena postre en la mesa. Han sucedido cosas negativas como cuando la cuenta tardó tanto en llegar que tuve que pagar personalmente en la caja; u otra ocasión en que el consumo de 4 personas por alguna regla ‘no escrita’ se incluía la propina automáticamente en la cuenta, sin ser mencionado ( cuya situación propiciaba un posible descuido y dejar adicionalmente otra cantidad para la propina), [ sepa el lector extranjero, que en México a diferencia de otros países, la propina es una cuota de carácter voluntario]. También sucedieron cosas positivas como haber descubierto un ‘tamal de frijol’ como entrada  o una buena agua de melón con nuez.
Pero en general habiendo visitado tantas veces dicho lugar, podría llegar a la conclusión de que es una cuestión de suerte, puede suceder que sea un buen día, no acudan tantos comensales y la atención recibida sea estupenda o bien, algún otro que tarden más de media hora en traer la cuenta. Y lo mismo con los platillos, unos ravioles podrían estar formidables cierto día y al siguiente encontrarse con una porción absurdamente pequeña en el plato o bien la ausencia de dicho platillo. Es totalmente inestable, situación que para un lugar cuya comida consista en mínimo quince dólares por persona me parece no aceptable ¿alguien podría comparar lo que uno recibiría por la misma cantidad en Santa Mónica o en la Rue des Chateaux?
Pero ya sabemos que es un aspecto cultural, nadie protestará, las cosas seguirán del mismo modo, la gente seguirá pagando unas cuotas altas pretendiendo que come en un lugar de ‘alta cocina’ mientras el supuesto lugar de ‘alta cocina’ sigue pretendiendo serlo aunque en el fondo sepa que es mentira. ¡Viva!
Aún así acudíamos de vez en vez -con un intervalo de tiempo mayor entre cada ocasión – hasta el día de hoy. Ayer un viejo amigo visitaba la ciudad y decidí invitarle a comer a la vieja sede del Azul y Oro. Hacía un buen día, eran ya casi las cuatro de la tarde cuando nos acercamos a la zona ‘al aire libre’ del lugar (sepa el lector, que el Azul y Oro en su primera sede, cuenta con dos zonas: una -un tanto claustrofóbica- cubierta y otra al aire libre junto a un cuerpo de agua que sirve como espejo y fuente -que constituye también un personaje fundamental en el espacio cultural-). Eramos dos personas, y todas las mesas de dos personas estaban ocupadas, no obstante había unas cuatro o cinco mesas para seis personas desocupadas. Siendo un habitual cliente de dicho lugar, sabía bien que era raro que dichas mesas fueran ocupadas ya después de esa hora.
Dicho tono fue suficiente para sugerir que no era necesario discutir con él. Mi amigo y yo, un tanto disgustados procedimos a la sección superior. Misma que se encontraba con un treinta por ciento de su ocupación habitual, pero que aún así nos hizo esperar veinte minutos para tomar nuestra orden. El servicio fue no sólo descortés sino lento. La comida no fue extraordinaria y la experiencia de visita muy pobre.
Mientras nos alejábamos, giré mi vista para observar la zona ‘abierta’ y no con mucha sorpresa descubrí las mismas mesas que habíamos encontrado vacías al llegar, permanecían igual.
Así entonces decidimos escribir este texto. Y aunque no he sido partidario de la migración del espacio público de las viejas ciudades a los centros comerciales, nos encontrábamos a diez minutos de Perisur (un mall importante al sur de la Ciudad) con muchas ofertas de comida, como por ejemplo el restaurant Crepes & Waffles que (aunque tampoco es tan feliz su condición espacial) nos habría ofrecido unas ricas crepas o un buen helado con aire colombiano que habría resultado en una primera instancia, mucho más barato que lo que terminamos pagando, en una segunda instancia, con mucha mayor satisfacción y en una tercera instancia nos habrían dado al final, un formulario de ‘opinión sobre el lugar’. Digamos entonces, que lo cualitativo de nuestra experiencia en ese momento hubiera sido naturalmente diferente.
Es una pena estimado lector, tener que recomendarle sitios externos a los que podrían existir al interior de nuestra muy querida universidad. De este modo si usted me pregunta, le recomendaría ir a Crepes & Waffles ubicado en el segundo nivel del centro comercial Perisur, o las múltiples y ricas alternativas que el Centro de Coyoacán ofrece (a cinco minutos del campus) que además se complementa con una experiencia espacial bastante enriquecedora, distinta. El Azul y Oro de la UNAM podrá llegar a sorprenderle, pero las más de las veces quedará usted no satisfecho y a lo lejos con un sabor de lamento, nostalgia y tristeza en el paladar. 

martes, 15 de noviembre de 2011

La Mar.

El colorido y la música de La Mar lo vuelven un lugar donde se antoja comer, justo lo que imagino al pensar en la versión elegante, mas no sobria, de un restaurante de mariscos. La alegría que contagia te acercará más a un pueblo pesquero que al sur de la Ciudad de México.
Esta cebichería, con tres sucursales en el DF y cinco más repartidas entre Sao Paulo, Santiago de Chile, Panamá, San Francisco y Lima, es uno de los proyectos del chef peruano Gastón Acurio, quien atrajo la mirada de gente de todo el mundo con la cocina de Astrid & Gastón, su primer restaurante.
Una cubeta llena de granos de maíz cacahuacintle, asados, ocupa el lugar de los típicos totopos. Su sabor salado y textura suave, como palomitas, te invitan a comerlos hasta ver vacío el recipiente.
Para no errar hay que probar un coctel con pisco, un destilado de uva que se produce en distintas regiones de Sudamérica, pero que tomó su nombre de una provincia de Perú. La Marimba, con jugo de maracuyá, suena fantástico y resulta exquisito. Domina la acidez la fruta, aunque el pisco logra darle cierto equilibrio.
El menú es vasto y luce aún más extenso debido a que incluye la explicación –necesaria- de cada uno de los nombres a los que no estamos acostumbrados en México: cebiche nikeitiraditossopa chupesaltados
Los cebiches se sirven en leche de tigre, que es su propio jugo complementado con chile, cebolla morada, apio, sal, pimienta y jengibre.
El cebiche nikei es distinto. El dulzor de los cubitos de atún, resaltado con un poco de miel,  se funde con la salsa de tamarindo y el aceite de ajonjolí. Una buena elección para comenzar la comida.
Las láminas de dorado del tiradito limeño —una variante del cebiche donde el pescado se presenta en rebanadas muy delgadas— vienen bañadas con leche de tigre espesa, teñida con ají amarillo, el chile al que Acurio considera el ingrediente principal de la comida peruana. Una entrada refrescante y deliciosa.
Uno de los clásicos es la parmesana, callo de hacha servido en conchas cubiertas por una costra de queso parmesano dorado. El jugoso callo limpia el amargor del queso y la capa de grasa que deja en la boca, complementándolo de forma perfecta.
Si prefieres algo más complejo para empezar la comida, pide una sopa chupe. Es un caldo de mariscos con arroz y huevo, muy condimentado, con el inconfundible sabor del curry. Sentirás que tu corazón late más rápidamente y la sangre fluye con más fuerza inmediatamente después de probar la primera cucharada.
Como plato fuerte puedes pedir la brocheta de marlin, con un persistente sabor a ajo que no opaca al pescado, o una pasta La Mar, con camarones empanizados y pulpa de jaiba.
El saltado fusión mezcla trozos de pescado y camarón con pimiento, cebolla, chile manzano y nuez de la India. Sazonada con curry y leche de coco, esta combinación cobra vida propia y juega, sin control, dentro de tu boca.
Para probar lo mejor de La Mar, debes estar dispuesto a comer el black cod. La bruja, así como el bacalao negro o el escolar, es un pez de profundidad con carne tan grasosa que resulta dañina; pero, eso sólo pasa cuando lo comes en grandes cantidades y, además, al asarlo disminuye la concentración de aceites.
El black cod viene servido sobre una cama de puré de papa y bañado con una salsa de moras. Salado, dulce, grasoso y fresco son las sensaciones que te brindarán una experiencia que quedará grabada en tu mente.
Los postres son originales y están pensados para maridar con las distintas mezclas de nespresso.
La Mar es uno de los mejores lugares para comer en la Ciudad de México. Es caro, pero la satisfacción lo vale.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Azul (condesa)


Si de cualquier modo estás familiarizado con la escena gastronómica de la ciudad de México (y posiblemente aunque no lo estés), lo más seguro es que hayas escuchado el nombre Ricardo Muñoz Zurita. Antes de venir a México yo ya había escuchado hablar de este chef, pero debo confesar que no sabía mucho de él. Sin embargo, desde que me asocio con Ruth Alegría he aprendido muchísimo sobre la comida mexicana y las personas que están trabajando muy fuerte para darle al mundo una nueva perspectiva de nuestra cocina. Resulta que el chef Ricardo ha escrito varios libros de cocina: Verde en la Gastronomia Mexicana, Cocina de Yucatan, Salsas MexicanasLos Chiles Rellenos en Mexico, y el Diccionario Enciclopedico de Gastronomia Mexicana.
Su café Azul y Oro en la Universidad Nacional Autónoma de México ha recibido muy buenas reseñas por sus precios accesibles, perfectos para estudiantes, y la excelente comida que está fuertemente influenciada por la cocina oaxaqueña. Un par de meses atrás su nuevo restaurante, Azul en Condesa, estaba en la boca de todos. literalmente. Tuve la oportunidad de visitar este hermoso lugar y de conocer personalmente al chef Ricardo hace poco más de un mes. La experiencia fue tan agradable que decidí regresar con algunos amigos el sábado pasado para una hermosa velada. El propósito de este blog no es ser crítico de restaurantes, aquí sólo escribo sobre mis dos experiencias en este lugar:
Tamal oaxaqueno
Mi primera visita fue para reunirme con alguasn personas que están planeando un congreso gastronómico en el verano y ellos querían que el chef Ricardo, Ruth y yo les ayudaramos. Por lo que nos sentamos juntos a la mesa y el chef nos dió una probadita de la comida que está sirviendo en el nuevo restaurante, que acuerdo con lo que he escuchado es el mismo menú y los mismos precios de su café en la UNAM, bastante impresionante considerando que los restaurantes en Condesa pueden ser bastante caros). Empezamos con un tamal oaxaqueño que resulto muy bueno. La masa estaba perfectamente cocinada con una textura suave y la cantidad perfecta de relleno.

Arroz tumbao
Cuando nos toco ordenar el platillo principal, chef Ricardo me recomendo el arroz tumbao, un platillo tradicional del estado de Veracruz, del menú especial de ese mes del Festival Jarocho. El platillo me recordó a la Jambalaya por ser preparado con mucho marisco con arroz en un caldo picoso. Este platillo pudo ser perfecto, desafortunadamente le falto un poco de sazón, un problema en común ese día. Sin embargo, eso no lo arruinó por completo debido a los demás sabores del platillo. Al final terminé comiéndomelo todo.
serving
La mejor parte de esa cena para mí fueron los postres. Chef Ricardo ordenó 4 postres para compartirlos entre todos a la mesa. Aunque todos estuvieron estupendos, mi favorito fue el tiramisú. Sí, ya sé que este no es un restaurante italiano e incluso el chef Ricardo nos explicó que la razón por la que lo incluyó en el menú es que en la ciudad de México nadie hace un buen tiramisú. Yo estoy totalmente de acuerdo. Su tiramisú es el mejor que he probado en muchos años. Quién hubiera pensado que comería un grandioso tiramisú en México.
31/365
Chocolate cake
La razón principal para regresar a un restaurante es siempre la comida. Sin embargo, otras razones también son muy importantes. El servicio, ambiente, precio y decoración del lugar influyen mucho también. Y por esas razones, en parte, les recomendé a mis amigos que fueramos a Azul Condesa el sábado pasado después de descubrir que el restaurante en donde habíamos hecho reservaciones no era de comida tabasqueña como esperábamos. Me agradecieron al momento que nos sentamos a la mesa. Es un lugar tan acogedor que incluso antes de empezar a comer ya estás disfrutando de la velada. La comida esta vez fue mucho mejor que en mi primera experiencia.
mezcalera
Una de las primeras cosas que notamos fueron los contenedores de madera, muy parecidos a las jicaras, junto a cada plato. Le preguntámos a la mesera que eran y nos dijo que eran mezcaleras o contendores tradicionales que la gente de Oaxaca usa para tomar mezcal. Por lo que tuvimos que ordenar mezcal de pechuga (en el futuro cercano dedicaré un post completo a los mezcales). Yo soy tequilero, puedo tomar mucho, pero el mezcal está un poco fuera de mi liga. Sin emabrgo lo disfrute mucho y me terminé la jacarita completa. Poco a poco estoy adquiriendo el gusto por esta bebida mexicana.
yellow mole
El Festival Jarocho ya había terminado pero en su lugar el Festival de Moles y Pipianes había comenzado, mucho más interesante para mí. Después de leer toda la carta me decidí por el mole amarillo con pollo chintal (creo así se llama), un pollo pequeño que se sirve entero sobre puré de papa y con chilacayotes. El mole estuvo delicioso!
mole negro
cochinita pibil
Jamaica enchiladas
enjoying
Los otros platillos que se ordenaron en la mesa fueron buñuelos de pato con mole negro, cochinita pibil, arrachera y enchiladas de jamaica. Todos probamos de todo y en general llegamos a la conclusión de que la comida es excelente. Aunque hubo algunos comentarios sobre el por qué el pato se preparaba envuelto en buñuelo y frito, a lo cuál yo  personalmente le puedo ver algunos problemas, sin embargo eso no lo hizo menos delicioso, especialmente por el mole negro con el que se sirvió. La cochinita pudo haber sido mejor, aunque no estaba mal. Y cuando llegó el momento de ordenar postre yo inmediatamente me decidí por el tiramisú que compartí con mi amigo Marco. Ryan y su esposa Anna ordenaron le pastel de tres leches con rompope, que también resultó delicioso!
Tres leches cake
En conclusión, definitivamente regresaré a Azul y absolutamente lo recomendaré. Este es sin lugar a duda uno de los mejores restaurantes a visitar en la ciudad de México. Con mucho gusto llevaré a cualquier persona que esté de visita en la ciudad si me lo piden.
Azul Condesa
Nuevo Leon 68 Colonia Condesa, Ciudad de México 06100, México
(55) 5286 6380

jueves, 6 de octubre de 2011

Dulce Patria

Martha Ortiz sigue siendo mi cocinera mexicana favorita. Así de sencillo. Lo comprobé después de ver y probar lo que prepara en Dulce Patria. No sólo el sabor de cada uno de los platillos es perfecto sino también su presentación, aunque a veces exagera en lo rimbombante de sus nombres.
Luego de años de abandono a la Ciudad de México -desde que cerró las puertas del Águila y Sol-, con Dulce Patria le ha devuelto el toque artístico, seductor y cada vez más juguetón a la gastronomía mexicana de la capital del país.
Para comenzar, pide la sopa de ejotes con vainilla. El sabor a ejote es tan sutil que el conjunto resulta ligeramente dulce, con elegantes toques aromáticos de la vainilla. Sencilla pero espectacular.
El ramillete de flor de calabaza en crema es también una gran opción. Una crema de poblano con flor de calaza podría sonar aburrida y por demás conocida; sin embargo, un toque de cúrcuma le da un aroma y sabor enteramente distinto.
La estrella de atún con serpentina de verduras y lluvia de aceite picante de ajonjolí es ejemplo del lenguaje excesivamente adornado al que recurre constantemente Martha Ortiz. Aún así, las láminas de atún tienen la textura ideal y su sabor se adorna perfectamente con el aceite picante.
De las quesadillas lo que más resalta es la presentación. Un pequeño anafre sirve de base para cinco quesadillas de colores verde, blanco y rojo. Las norteñas de machaca y las de queso con epazote pueden no maravillarte, pero te sorprenderá la de flor de calabaza con adornos de piñón.
Será difícil elegir tu plato fuerte. Si tienes suerte, puede que encuentres el pozole de mariscos entre los especiales del día. Pídelo. No hay que decir más sobre este platillo.
El pato en mole negro es una de las creaciones más bonitas y más ricas. El mole es fantástico por sí mismo y, aunque a algunas personas (como a Nicholas Gilman, de Good Food in Mexico City) podría molestarles que el sabor del pato se desvanezca dentro de él, a mí me parece que se complementan de forma hermosa. Ambos elementos se funden en vez de marchar cada uno por su lado.
El salmón en costra de maíz, de sabor armónico, concentra la milpa en un plato.
En el postre tampoco faltarán opciones, pero La flor más bella del ejido te llamará la atención por su nombre y apariencia. Se trata de una deliciosa mezcla de cubitos de gelatina de fresa y jamaica, helado de curado de fresa, xoconostle y cabuche (flor de la biznaga).
Dulce Patria es un restaurant pequeño ubicado dentro del hotel boutique Las Alcobas, por lo que es prácticamente obligatorio reservar si quieres encontrar una mesa disponible. No es barato, pero la cocina de Martha lo vale.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Moshi Moshi

Esta semana les vamos a platicar del moshi moshi
Este restaurante está basado en un concepto que nació en Tokio
que consiste en tomar tu platillo de una banda.
El ambiente es estilo condechi está muy padre su decoración todo muy japonés.
la música es la que se escucha en todos lados.
mucho chavo de 15 a treinta y tantos.
Vestimenta
Si eres un panzón de aquellos puedes comprar un pañal y te vas de sumo ps hay tienes una vestimenta.
Entre semana ves a oficinista muy de traje y mucho jr.
Lo calificamos como casual-informal
Servicio
Cuando llegamos la hosts estaba al tiro siempre con una sonrisa rapidísimo nos llevo a la mesa.
En 2 segundos llego el mesero a sugerirnos q tomar “sake, kaiten” todo llego a no más de 2 minutos.
Aquí lo importante es que no te cobran acompañamientos extra.
Los platos fuertes llegaron en 12 mins, no es el más rápido pero bastante efectivos.
Los calificamos como un servicio súper buena onda, rápido y eficiente.
Comida
Pedimos un spicy tuna muy firme cubierto de cebollín y con un olor muy agradable
Un Koky muy parecido al spicy tuna pero cubierto con salsa de chipotle
Espárragos asagu muy buenos envueltos en rib-eye cubierto de teriyaki
Tacos de rib-eye con salsa de ajonjolí con tortilla de harina muy muy buenos
Degustacion de moshi Cakes rellenos de helado de sabores te verde, mango, cajeta y así.
Bebidas
Refresco

Bebidas internacionales
Sake
Precio-calidad
Un poquito mas caro que el sushito
calidad se puede comparar con el Suntori
por dos personas pagamos aprox $600 bastante bien
Calificación: MUY BUENA

miércoles, 14 de septiembre de 2011


Hoy, Grupo Fisher’s cuenta con unos mil empleados en 13 restaurantes, atiende a 1.3 millones de clientes al año y tiene un valor bruto en el mercado de 30 millones de dólares. Nada mal para un negocio que se inició de la nada con dinero prestado por amigos, luego de haber quedado en la ruina total.Ahora empecemos con la reseña  :P
Es uno de los pocos restaurantes de mariscos “BUENOS”.Todos los Fisher’s tienen el mismo ambiente muy tranquilo, desestresante t de ahh.. q rico…El servicio se pinta solo es de los mejores servicios que tienen los restaurantes en mexico, te sientes atendido por un anfitrión, no por un mesero.Ellos empezaron con la onda de llevar la botella a la mesa lo padre esque el mesero te empieza a ver a los ojos hasta que le digas yaaaaa….. ese es un gran gancho para que la gente regrese al lugar.Vestimenta: vístete como sea aquí va de todo!!!!
La comida: estilo confort food (es la comida que te alegra).Llegando pedimos unas micheladas cubanas, unas micheladas de clamato.Te reciben con un shot de caldo de camarón.De primer tiempo me zumbe media docena de almejas Fisher’s
Luego un seviche de atun:Son cubos de atun bañados en salsita extraña y habanero en juliana para aflojar el moco.Acompañado de un taco de langosta en tortilla de harina con una salsa de mayonesa con chipotle.Para seguir echándole dulces a la piñata pedimos unos camarones al chile “chiltepín”.Muy buenos los camarones la salsa pica mucho es afloja mocos.Otros camarones muy buenos son los habanero limón que tmb están buenísimos.Y los burritos de atun,
Postre 3 pacharanes en las rocas
Y como era viernes social y se te calienta el hocico pues se presta para seguirla
Precio-calidad
Comida y bebidas alcoholicas desde las 2 de la tarde hasta las 8 de la noche
$500 por persona
Calificacion EXCELENTE

miércoles, 7 de septiembre de 2011

D´amico


Nos fuimos a tragar a un lugar que se llama d’amico que es un lugar de comida romana o italiana clásica en Polanco.
Tiene mesas en la banqueta tipo Condesa, la Roma (algo que nos llamo la atención es que no te están molestando los vendedores, yo sé que es su chamba pero en este lugar no)
La decoración nos pareció una onda noventera.
Entre semana de ambiente te vas a encontrar a gente así tipo de negocios que ya sabes intentan salvar el mundo y mucho extranjero.
Los meseros siempre están al pendiente pero no mucho para que llegue a ser molesto, algo que nos llamo mucho la atención es que el dueño siempre esta hay.
De entrada pedimos unos rollos de berenjenas wooow!!!!!!!
Luego nos pedimos otra entrada que eran unas escalopas de langosta con arrúgala….. un poco pequeñas.
La langosta estaba muy buena aunque pensamos que se les paso un poco la cocción, parecía un chicle motita
Después uno pidió una ensalada muy rica que era de mescla de lechugas con queso prosciutto, mozarela, higos y jugo de limón con miel de abeja.
De plato fuerte otro compañero se reventó un “polo de la mama” eran muslos de pollo que muy amablemente de la parte de la cocina los deshuesaron a petición del comensal y acompañado con unas papas muy ricas también.
Otro se comió un pene cuatro formaggio la pasta estaba bastante firme y se distinguían bastante bien los cuatro quesos, la salsa bastante cremosa y el mesero amablemente va a tu mesa con un trozo de parmesano a rallar sobre la pasta. La pasta no estaba espectacular pero buena.
Después entre todos pedimos tiramisu que estaba waw!!! Maravilloso estaba de tírate al piso de la felicidad, era un pastelito bañado en café express, con crema montada. Exelente!!!!!
Ahora relaccion precio-calidad
3 entradas
2 platos fuertes
4 cafes
1 cerveza
1 limonada
Fueron $500 pesos por persona aprox
Pero muy buen servicio y lo calificamos como MUY BUENO

Su ubicacion y cntacto es:
Homero #418, Polanco
Telefono 50252781